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miércoles, diciembre 17, 2003

Dos posibles ciudades del futuro
Permítanme imaginar que las ciudades ideales del futuro serán lugares en donde el hombre podrá vivir en total libertad y en pleno contacto con la naturaleza, las casas serán pequeñas y estarán diseminadas dentro de frondosos bosques, las reuniones se realizarán al aire libre, no existirán los autos, serán silenciosas y limpias, los alimentos del campo serán distribuidos a bocas de expendio que permitan acceder a las mismas solo caminando, distanciadas cuatro mil metros unas de otras. El hombre podrá aprovechar de toda la tecnología sin que la misma perturbe el medio natural, ni física ni visualmente, el trabajo, solo será en equipo, con el objetivo de resolver posibles problemas a cien años vista, la educación se impartirá desde los hogares, los ancianos serán asistidos por sus hijos, no existirá el reloj, el transcurso del tiempo solo se apreciará, observando la naturaleza.
Las expresiones artísticas serán algo tan natural como beber agua, y las obras de arte no se comercializarán.
No existirá la política, porque el hombre habrá adquirido la capacidad de comprender los derechos y obligaciones de la vida en sociedad, y él mismo será el que determinará los límites, guiado por una ley fundamental y única denominada “ley de equilibrio global”
Las familias pasarán a ser las células de un cuerpo vivo social, que deberá renovarse naturalmente, en forma equilibrada e inteligente.
Todo el esfuerzo del hombre se orientará a la búsqueda de un adecuado equilibrio para resolver todos los problemas, será el camino único posible para poder mantener la vida sobre la tierra.
La pobreza no será un problema porque todos seremos pobres, es decir que los valores que el hombre aplica a lo material, será reemplazado por los valores simples que rigen las leyes de la naturaleza.
Se comprenderá por fin, que solo la tolerancia y el respeto por toda forma de vida, será la única alternativa para llegar a comprender nuestra existencia.

Esta ciudad ideal se encuentra tan lejos, que solo pensar en ella parece una tontería, algo sin sentido alguno. Debido a que el hombre es tan imperfecto, que llega a pensar que puede ser el dueño del universo y manipulador de la naturaleza a su antojo, sostiene que puede revertir su destino, no envejecer jamás, crear vida donde no existe, el hombre se apresura y cree que puede encontrar en la ciencia, todas las respuestas.
¿Porqué tendremos ese instinto de querer saber mas y mas?, ¿A dónde llegaremos?, ¿Llegaremos a la ciudad ideal que yo imagino?
Rotundamente no lo creo, porque las pruebas se encuentran a la vista, los avances de la ciencia, no logran cambiar el rumbo a donde aparentemente nos dirigimos.

Las ciudades reales del futuro, serán abrumadoras y el hombre se sentirá indefenso y oprimido, inmensos edificios descomunalmente altos, proyectarán sus sombras, sobre un mundo de miseria, el agua será el bien más preciado, y los alimentos serán de dudosa procedencia. Tal vez la guerra concluya al fin con un solo vencedor, que no será precisamente el hombre.

Esto que solo es una ficción inventada por un arquitecto de barrio y mal escritor, son dos extremos muy distantes, el primero se lo puede considerar un sueño ideal imposible de ser, porque toda la vitalidad e inteligencia del hombre, se dirige a una aparente necesidad de investigación, cuyo resultado que en apariencia parecería resolver infinidad de cuestiones, como prolongar su vida, calmar el dolor, evitar epidemias, saciar el hambre, lograr mayor confort, se desdibujan inmediatamente al ir llegando a los límites de lo posible, en donde por ejemplo la manipulación genética, la cual se presenta como la herramienta que permitirá superar toda enfermedad, incluso no envejecer, en particular me aterra, ni que hablar de la inteligencia artificial, se imaginan preguntándole a una máquina, la cual no envejecerá como nosotros, si no toma a mal que la dejemos sola el fin de semana, porque saldremos a pasear, o incluso aparecerá aquel que quiera concretar una matrimonio con uno de estos nuevos engendros de chips y cables, ¿Por qué no?, y no queda esto solo aquí, de estas nuevas parejas, mitad máquinas, mitad seres humanos, querrán criar hijos, se imaginan: -¡ papá me tienes cansado, te voy a desconectar para siempre!-
Digamos que pudiéramos lograr que la humanidad no envejeciera jamás, es decir que pudiéramos realmente detener el tiempo, y todos no mantuviéramos como hoy, curiosamente los mas desfavorecidos serían los viejos y los niños, los primeros por no poder recuperar el deterioro normal de su edad, y los niños por no tener la oportunidad de crecer y experimentar el transcurrir de la vida tal cual es, por lo tanto, me pregunto ¿Cuál es el logro?, me dirán que con el avance de la genética se podrá mejorar la calidad de vida del hombre, si, puede ser cierto, desde el punto de vista de su salud, tal vez así sea, pero que sentido tiene tratar de prolongar la vida del hombre si no se puede resolver su problema existencial, y el hombre continúa sumergido en el martirio de la vida moderna, en donde cada vez se distancia mas de la naturaleza, y su capacidad para razonar en muchos casos queda limitada a buscar canales televisivos que maten su tiempo, que contradicción, por un lado buscamos prolongar nuestras vidas indefinidamente, y por otro queremos matar el tiempo.

No soy quien para criticar a la ciencia, de hecho, los arquitectos somos hombres de ciencia, incluso, esto que aquí escribo lo podrá leer alguna persona, bastante aburrida por cierto, en algún lugar muy distante, justamente gracias a la ciencia. Pero honestamente pienso que si la ciencia y sus hombres, pierden de vista el hecho de lo reconfortante que es poder ver un atardecer en el campo, o escuchar el trinar de los pájaras en una mañana de primavera, y tener la fortuna de ver crecer a nuestros hijos hasta convertirse en hombres, creo que se recapacitaría en querer encontrarle una explicación científica a todo.
Me da la sensación que el hombre se ha lanzado a una carrera sin precedentes, sin tener bien en claro a donde nos dirigimos, y lo que es peor no sabemos quien nos corre.
Les quiero decir que soy una persona muy optimista, y confío que sabremos revertir toda situación de crisis. Curiosamente soy de los que piensa que envejecer no es tan malo, lo malo es vivir solo pensando que envejeceremos, quizás esa ciudad a la que me refería al principio, nunca se concrete, pero me reconforta pensar que todo el hacer del hombre sobre la tierra, incluida su ciencia, tiene un sentido, y que alguna vez esa ciudad ideal se convierta en realidad, aunque yo ya no esté aquí para verla.
Arq. Francisco Brun


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